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jueves, 31 de diciembre de 2015

CONFESIÓN Y ACCIÓN Y GRACIAS


ES LA HORA...

Si supiéramos vivir…, verdaderamente, creo que, cada día, desde el amanecer, estaríamos dando gracias por el único y precioso don de nacer (renacer) esa nueva jornada…

“Ser o no ser”, decía el dramaturgo y poeta Shakespeare. “Es la cuestión”.

Aunque se puede ir por la vida haciendo mil (y más) cosas y no encontrar…; no encontrarse a sí mismo nunca.

La existencia es más que estar en el mundo, vegetando, comiendo, bebiendo, trabajando para tener un sustento, cubrir las necesidades vitales y poco más.

Muchas veces, se nos puede pasar la vida, sin más. No llegar a la existencia: vivir sin existir, sin ser.

Y es triste, muy triste, cumplir los años, pasar las hojas de la agenda personal sin llenar de sentido cada página de nuestra historia: días vacíos de contenido, espacios de tiempo que no son nada…

No es gratificante, como si fuésemos relojes, cambiar de año… sin cambiar nada. La existencia humana tiene que ser un recorrido (“currículum vitae” que decían los romanos) que nos lleve a ir avanzando como personas día a día, semana a semana, mes a mes, año a año.


En este punto de mi reflexión compartida, yo siento la necesidad de pararme y hacerme unas preguntas interiores…

Antes de que sea más tarde, no quiero dejar de, mirando mi interior, preguntarme:

¿Cuál es, cuál ha sido la razón de mi existencia? ¿Para qué he vivido, para qué…, a qué causa debo entregar lo que me queda de camino hasta llegar a la Meta final…?

Porque, si de algo no he sido del todo consciente…, pero sí que ya es hora de que lo sea es: de que toda vida tiene un sentido, una razón de ser.

Todos los seres humanos hemos venido al mundo, a la esta existencia, para algo. Y esa empresa es un cometido personal que o lo hacemos cada uno de nosotros o ya nadie lo hará… Será deber incumplido, misión no realizada. Una falta que dejará un hueco sin cubrir en el mosaico global de la humanidad.


Yo no quiero que la pieza de mi vida quede en blanco; que sea como un espacio vacío... en esa obra maestra que ha de ser completada entre todas y todos quienes conformamos el género humano.

Bendita sea la obra bien hecha y completada íntegramente, con la completa colaboración de tantos; en la que todos hemos sido co-creadores con el Iniciador de la Historia.

La vida es eterna en cada minuto. Y sumando minutos… ¡hacemos la historia de la humanidad!, que, reunida, es toda eterna.



Por fin, porque creo que hay que dar reconocimiento a quien se lo merece, yo doy gracias (y lo hago con gozo) al Dios de la Vida, todos los días de mi existencia, por el regalo único de poder yo disfrutar de este don grande que es estar vivo. Y también a cuantas personas han coincidido con mí en este maravilloso recorrido y me han aportado ¡tantas cosas!, para (con ello) llegar a ser quien soy.


jueves, 24 de diciembre de 2015

NOCHES-BUENAS...


¡CELEBREMOS!

Cada año, llega esta fecha-icono en la que la gran mayoría de gente se reúne, en torno a una mesa festiva, para celebrar… ¿qué?

Para algunas personas, significativamente, la noche de la nochebuena es la celebración (el cumpleaños) de aquel Niño que se cree que nació en Belén, al que históricamente se le conoce como Jesús de Nazaret.

Y es un “cumpleaños” no ajeno; pues, para quienes creen (creemos) que Jesús es Hijo de Dios, tiene mucha importancia.

Este acontecimiento único, en el que al hacerse hombre el Hijo de Dios, al encarnarse en la naturaleza humana, nos llevó a toda la raza humana a convertirnos en hijas e hijos del Padre Dios.



La nochebuena es la víspera de la Navidad, es la conmemoración de  la llegada de la Salvación.

Pero esta creencia, esta trascendental creencia, es algo asumido por sólo una pequeña parte de quienes nos reunimos, cada 24 de diciembre, para comer y beber, cantar y brindar…, alrededor de una mesa.

Así, no todas las familias que se reúnen para “celebrar” este acontecimiento histórico que sucedió (salvando los errores de cálculo hoy conocidos) aproximadamente hace 2.015 años, viven, conscientemente, esta creencia (tantas veces más cultural-sociológica-popular que profunda y personal).

Y entonces ¿qué es lo que, mayoritariamente, se celebra por estos días, aquí como en otros muchos países (de nuestra sociedad más occidental y también más orientales), en nuestras calles, en nuestras instituciones, en nuestros centros comerciales, nuestros hogares…?



¿Es, simplemente, la fiesta del consumo y del derroche?, ¿es la ocasión  única para comprar y regalar, para despilfarrar comprando todo tipo de alimentos y manjares (hasta en demasía) que, a lo largo de todo el año, acaso nunca asoman a nuestras mesas cotidianas?

¿O, tal vez, nos paramos a pensar que si todo el mundo quisiera… ¡el mundo podría ser mejor!?

Si queremos, podemos. Y si podemos, debemos. Ya es hora de ¡celebrar que la Paz, el Amor, la Esperanza y la Alegría son posibles!, de creernos y comprometernos porque hasta la Libertad y la Justicia son alcanzables.




Eso es CELEBRAR LA NAVIDAD. Es NAcer a la VIDA Diferente.

Y todo el mundo puede colaborar con ello, aunque sea con pequeños gestos.

Quienes quieren y pueden (creyentes y no creyentes, buscadores de la verdad y pasotas, agnósticos y ateos…) se encontrarán estos días, para compartir una horas con su familia y amistades.

Unos y otros, se sienten impelidos a entrar en la tradicional costumbre de celebrar algo único, aún sin saber…



Bueno, históricamente se sabe que, desde la más remota antigüedad, se celebraba la fiesta del nacimiento del sol: para los romanos era el sol invencible (asociado a Apolo); para los germanos y escandinavos, era el del sol naciente, la lluvia y la fertilidad; los aztecas celebraban la llegada del dios sol, mientras para los incas era la fiesta del renacimiento de Inti. Efemérides que siempre eran por estas mismas fechas. El sol siempre alienta a la vida vegetal natural que empieza a rebrotar…



Por otro lado, el día de Navidad resulta una fecha mágica: pues el 25 es 2+5=7 y el 12 es 1+2=3; y, a su vez 7+3=10, que es lo mismo que 1.

Actualmente hay quienes, reclamando una “cultura laica” frente a una de “cristiandad” seguramente bastante trasnochada, reivindican que lo que es de celebrar en estos días no sea la Navidad (importante fiesta del cristianismo), sino el Solsticio de invierno (en el Hemisferio Norte) o el de verano (en el Sur).


Bueno, quizás que haya a quienes les parece una ridiculez, una tremenda tontería, pues todo el mundo (dentro de nuestro ámbito de nuestra civilización occidental, con bases de cultura greco-romana y cristiana) sabe que “las navidades” son esas fiestas tremendamente entrañables, que siempre nos trasladan a nuestros recuerdos de la infancia, a tantas vivencias cargadas de afectividad, unidas a nuestras raíces familiares… Mientras que, eso otro de los solsticios no es asunto tan claro.  

Aunque, pienso yo, no hay que dejar de reconocer que, como tantas cosas que se han dado a lo largo de la Historia de la Humanidad, que la llenan de irónicas bromas, esto no deja de tener también su gracia; pues lo que hizo la Iglesia (en el siglo III) no fue más que “cristianizar” otra fiesta anterior idólatra, al establecer la Natividad del Señor Jesús en una fecha en la que, entonces, se celebraba la ancestral costumbre pagana de adorar al sol…



Seguramente el mundo seguirá cambiando. Y muchas costumbres establecidas, antes o después irán cambiando. Ojalá que siempre sepamos guardar lo mejor de todas las herencias que, generación tras generación, recibimos todos cuando llegamos a la vida.   

Respecto a la Navidad, bien estará que nos quedemos con celebrarla como un canto a la Vida, sabiendo que la vida es el regalo con el que contamos; que es el camino que, a cada quien, nos lleva a la felicidad. Y que, certeramente, la clave para llegar a ser felices es aprehender a saber amar y a sentir que alguien nos ama.



Más datos en:


jueves, 3 de diciembre de 2015

LOS CUENTOS SON IMPORTANTES


MISIÓN  DE 
LOS  ABUELOS
La misión de los abuelos (abuelas y abuelos) no es sólo “malcriar” a los nietos (nietas y nietos), dándoles el cariño a espuertas que, acaso, les falta en su casa, por las muchas ocupaciones de sus progenitores (madre y padre) que los dejan sin mucho tiempo válido para dedicarles…

También está la tarea de educarlos en valores y costumbres: los abuelos (ellas y ellos) son canales indispensables para la transmisión cultural.

Vía para hacer a los nietos depositarios del potencial de conocimientos y experiencias que poseen ellos, los abuelos.


La actitud de los abuelos suele estar llena de compresión y de paciencia; factores fundamentales para escuchar sin prisas, dar apoyo y amor incondicionales. A través del diálogo y la reflexión, de compartir secretos y confidencias, potenciar y estimular las motivaciones necesarias para ir descubriendo el sentido de sus incipientes vidas.

Los abuelos (ellas y ellos) tienen mucho que enseñar: poseen la experiencia de “trozos de historia” vividos personalmente que pueden transmitir sin dificultad. Un tesoro de conocimientos desde los que pueden ayudar a saber afrontar las dificultades o las grandes alegrías de la vida.


Con gestos de ternura emocionada, saber escuchar en silencio, sin prisas ni agobios por tener tantas obligaciones como les sucede a los padres.

Mientras los padres trabajan, teniendo que lograr medios para buscar el sustento y cubrir las diferentes necesidades de la familia, aún siendo los primeros responsables de la educación de sus hijos, no siempre pueden dedicarles toda la atención que los menores requieren.


Ahí están esos “mal-educadores” que son los abuelos que, junto a la menor “responsabilidad directa” sobre sus nietos, poseen mayor capacidad de comprensión, cualidad que se ha ido adquiriendo con la madurez y el sentido común. Y ello les hace ser comunicadores privilegiados: son quienes siempre han tenido una gran importancia en la transmisión cultural de todos los pueblos y que, hoy más que nunca, han de transmitir experiencias vitales y salvar a las nuevas generaciones de la falta de esperanza.

¿Cómo hacerlo?


A mi (ya como abuelo), se me ocurre que una buena manera que abuelas y abuelos tenemos de dar cariño es contando cuentos a esas criaturas que, en muchos aspectos, nos cambian la vida. Fórmula que, además es una estupenda manera de dar cumplimiento  al séptimo principio de los Derechos del Niño que habla de la necesaria atención que se les ha de dar a los menores de disfrutar de educación y de actividades recreativas.

Y... los abuelos que nos atrevemos ¡escribimos esos cuentos!


Por eso, ahora, lanzo mi libro “EL LAGARTO VERDE Y OTROS CUENTOS DEL ABUELO” escrito, como no podía ser de otra manera, ¡con mucho cariño!

Cuentos llenos de luz y de animosidad, de ternura y generosidad, de esperanza y dilección.

Así, ha resultado un libro para regalar y disfrutar compartiéndolo…, página a página. Ojalá que quienes los lean, les apetezca contarlos ¡muchas veces! Así habrá cumplido la misión de llegar a muchos oídos y, con ello, llevar alborozo a muchas personitas.







sábado, 14 de noviembre de 2015

FRENTE A LOS FANATISMOS


RAZONES PARA LA TOLERANCIA Y EL RETO 
DE ENTENDERNOS

(Capítulos 9 y 10 de “GRANDES REGALOS”)

- Sí, por favor, don Adalberto (dijo entonces Elsa), hablemos de la tolerancia… y de la intolerancia.

Y tomando la palabra, con tono un tanto solemne, empezó a decir:

El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia.

Confucio (quizá en un arrebato de optimismo) soñó con una época de tolerancia universal en la que los ancianos vivirían tranquilos sus últimos días; los niños crecerían sanos; los viudos, las viudas, los huérfanos, los desamparados, los débiles y los enfermos encontrarían amparo; los hombres tendrían trabajo, y las mujeres hogar; no harían falta cerraduras, pues no habría bandidos ni ladrones, y se dejarían abiertas las puertas exteriores. Esto se llamaría la gran comunidad.

Martín Luter King soñó con la llegada de un día en que los hombres se elevarán por encima de sí mismos y comprenderán que estamos hechos para vivir juntos, en hermandad...

Todo muy hermoso, pero no es tarea fácil. Atendedme, que esto es importante:

Hoy, vivimos en una sociedad plural, y no sólo porque está formada por muchas personas; si no, además, en nuestra sociedad nos encontramos con personas muy diferentes. La convivencia armoniosa… depende de... ¡tantas cosas!

Hace cincuenta años, por ejemplo, era más fácil, la mayoría de la gente vivía en una cultura rural dónde las costumbres y los roles estaban todos muy claros y bien establecidos. Pero actualmente, no sólo todo es diferente; sino que, además, hemos de convivir con personas de diferente origen y cultura, con costumbres y creencias que no tienen nada que ver con la nuestra, etcétera, etcétera.

Y aquí vienen los problemas de entendimiento: lo que para unos es normal, para otros es una extravagancia... ¡Y hemos de convivir con los demás! ¿Somos capaces de hacerlo? Dicho de otra manera: ¿somos tolerantes? Esta es la cuestión. A veces somos tolerantes... La verdad es que es una cuestión difícil... llegar a entender muchas cosas de las otras, de los otros. Y si no les entendemos ¿cómo respetarles?

A veces, muchas veces, la convivencia se hace difícil con quienes política o religiosamente piensan de otro modo, o con quienes por edad o inclinación sexual se manifiestan de manera tan tan diferente que, hasta puede llevar a escandalizarnos.

- Yo, perdone don Adalberto, no me escandalizo de nada (dijo entonces Luis, cortando la exposición del profesor).

- Bueno, mira a lo mejor no es tu caso, pero puede suceder que haya quien se escandalice…

- Vale, pero ¿por qué no va a ser, cada quien, como quiera ser? Quizá nos parezca irracional lo que dice o hace; pero ¿no es también de irracional no dejarle que sea cómo quiere ser? (vuelve a interrogar el joven).

- Conforme, tienes razón; pero es de lo que estamos hablando: para llegar a tu conclusión hay que ser tolerantes. Es estupendo que tú lo seas. Pero ¿no conocéis (dirigiéndose a los demás jóvenes) a nadie que tiene problemas para aceptar la manera de ser o de actuar de otras personas?

- ¡Claro! (dijeron varios).

- Bien, pues eso. Es que, hasta quienes sabemos que hemos de respetar a cada persona como es, y tenemos muy clara la teoría, cuando llega el caso real de esa otra persona (ese inmigrante, ese gitano, ese alguien sexualmente diferente, o... ) que nos quiere “imponer” sus gustos, costumbres, música u horario de dormir... ¡ahí está el problema!

Porque la tolerancia tiene mucho de respeto al otro, a los otros; pero cuando esa otra parte “diferente” de la sociedad que viene “rompiendo nuestros esquemas”, si queréis “renovando” nuestra sociedad... pues también tiene que tener mucho respeto con quienes aún quieren seguir siendo o viviendo “como siempre”. ¿O no?

Respetarles, sí. Que eso es tolerancia. Pero también es necesario (imprescindible) que esta gente también sea respetuosa con quienes (aún...) no ven las cosas de “esa” su manera...

Por eso, la tolerancia que es un valor fundamental para la convivencia armoniosa, en nuestra realidad social, no es aún un logro, sino una meta a conseguir: un camino abierto por el que hay que avanzar..., mediante la búsqueda de entendimientos, con una mentalidad abierta... para ir aceptando maneras nuevas de ver la realidad y de entender la vida,  para saber ir acomodándonos a eso que nos llega (que, acaso, no esperábamos pero que llega) y hacerlo con tan buen ánimo que siempre nos llene de alegría.


- Pero, profesor…

- Dime, Carmen…

- Hay que ser tolerantes, vale, pero yo creo que no todo puede tolerarse… Por ejemplo: ¿Deben tolerarse la producción y el tráfico de drogas, la producción y el tráfico de armas? ¿Es intolerante un Gobierno cuando prohíbe actos públicos de grupos neonazis o terroristas? ¿Son intolerantes las legislaciones que prohíben el aborto o la pornografía infantil? (requirió Mamen).

- Muy buena pregunta, me has dejado…, no sé cómo decirte…, no me esperaba… Pero está muy bien, aterrizaré: la tolerancia tampoco puede confundirse con el permisivismo. Yo creo que los límites entre lo tolerable y lo intolerable han de estar en el escrupuloso respeto a los Derechos Humanos. O lo que es lo mismo: no se debe tolerar, nunca, aquello que sea contrario a la sociedad humana o a las buenas costumbres necesarias para conservar el bienestar social. Nunca. Con esto sí hay que ser intolerantes. ¿No os parece?

Y…, a propósito de parecer…, ya se está haciendo un poco tarde. ¿Qué os parece si lo dejamos aquí y seguimos otro día…?, ¿o continuamos un rato más?

- Sigamos, por favor, que esto está interesante (dijo Julio, que hasta entonces no había abierto la boca).

- No, mejor que ir con prisas, precisamente porque esto es muy interesante, yo pienso que debemos dejarlo para la próxima semana… (le corrigió Susana).

- ¿Vale, os parece mejor así?

- Vale, don Adalberto.

- Pues quedamos en eso: nos vemos el próximo martes…, si bien, antes, os voy a decir una frase de Martín Luter King, al respecto, que os puede servir para pensar a lo largo de estos días:

"Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos".
- Hasta el martes, próximo.





- Hola, buenas tardes, profesor.

- Hola Jorge Andrés y…

- Sí, he venido acompañado de Tirso y Elisa ¿no importa, verdad?

- No, mientras vengan en son de paz y quepamos en mi escritorio-estudio…

Así, cada semana, el grupo se iba haciendo más grande.

Pasaron a la sala dónde además de la mesa de estudio y escritorio llena de papeles, había varias estanterías con libros, un pequeño sofá, varios sillones y bastantes sillas. 

Chicas y chicos se fueron acomodando.

Después de un minuto de silencio, en que se sintió un alto nivel de atención expectante, Adalberto tomó la palabra.

- Como decíamos la semana pasada… “Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar…”

- … “Pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos” (terminó la frase Nuria).

- Eso es, muchas gracias señorita… Nuria.

- Bien. Y ¿qué más habíamos dicho? Recordemos algo, que hoy tenemos aquí a dos nuevos…

- Perdone, don Adalberto, yo también he venido por primera vez, si no importa…

- Vaya, vale, pero dime ¿tu nombre… eres Juanma, verdad?

- Sí, sí.

- Estupendo, pues… como ni Juanma ni Elisa ni Tirso, estuvieron aquí el pasado martes… ¿quién les pone un poco al día… sobre el tema que llevábamos?

- Yo ya le he contado a Tirso y a Elisa (dijo Jorge Andrés).

- Bueno y al osado Juanma que se ha atrevido a venir sin previo aviso…

- Ja ja (varios se rieron).

- Perdona, era una broma. Bien está, la invitación, cuando la hice estaba abierta… Como ahora está abierta la invitación a hablar: ¿quién dice algo?

- Yo, dijo Susana. Yo quiero hablar:

- Ánimo, somos oídos.

Entonces, aunque casi siempre, Adalberto se quedaba de pié, aún con una silla en su puesto, cerrando el círculo que formaban todos sus “discípulos”, ahora se sentó, como significando que no era su turno.

La chica tomó la palabra:

- Pues, después de hablar sobre lo que caracteriza a una persona adulta,  como que…, pues nos centramos en el saber ser tolerante frente a la manera de ser o hacer de otra gente “diferente”…

- Eso es, gracias ¿y qué más?

- Bueno (intervino Jorge Andrés), yo también le he comentado a mis colegas que la tolerancia tiene sus límites, porque tampoco se puede aceptar que quien viene de otro lugar, con sus costumbres distintas, nos quiera imponer sus criterios… ¡que nosotros también tenemos derecho a que se nos respete! ¿o qué?

- Muy bien: ahí más o menos quedamos (puntualizó Adalberto). Y dejamos en el tintero la cuestión de hasta dónde ser tolerantes, pues no se pueden confundir tolerancia con permisivismo…; pues ¿podemos ser tolerantes con los fanáticos e intolerantes?

El profesor volvió a ponerse de pié, y continuó diciendo:

- Ser tolerantes, respetar a quienes son diferentes o actúan de otra manera o a lo que estamos acostumbrados, tiene como dos matices: uno pasivo y otro activo. La tolerancia pasiva equivaldría al “vive y deja vivir”.  Lo que, en algún caso, podría convertirse en “pasotismo”… y eso también tiene sus riesgos.

En cambio, la tolerancia activa viene a significar solidaridad. Es una actitud positiva que se puede llamar también benevolencia. La tolerancia activa nos invita a tratar bien a los demás, a ser serviciales en palabras, hechos y sentimientos, a considerar  y a no abusar de la confianza o buena fe de nadie. Es tener siempre presente que actuar unos contra otros va contra la naturaleza; pues lo lógico, lo razonable por naturaleza, es la solidaridad: nuestras manos han de estar siempre dispuestas a ayudar, pues sólo nos es posible vivir… en sociedad.

Igual que nuestros cuerpos están formados por miembros diferentes, la sociedad está integrada por muchas personas diferentes, pero todas llamadas a dar una misma “respuesta” de colaboración por el “bien común”. Y además, es que nos necesitamos. Es algo muy semejante a los cantos de una bóveda, que, todas caerían  desplomadas si no fuera porque unas piedras sostienen a las otras: la bóveda se aguanta por el apoyo mutuo de los unos y los otros.



Y ahora, permitidme, que os haya buscado… (se dirigió a su mesa y tomó unos folios con anotaciones) y os voy a leer un trozo del discurso final de “El Gran Dictador”, la película de Charles Chaplin, que me parece es todo un canto a la tolerancia:

"Me gustaría ayudar a todo el mundo si fuese posible: a los judíos y a los gentiles, a los negros y a los blancos (...). La vida puede ser libre y bella, pero necesitamos humanidad antes que máquinas, bondad y dulzura antes que inteligencia (...). No tenemos ganas de odiarnos y despreciarnos: en este mundo hay sitio para todos (...). Luchemos por abolir las barreras entre las naciones, por terminar con la rapacidad, el odio y la intolerancia (...). Las nubes se disipan, el sol asoma, surgimos de las tinieblas a la luz, penetramos en un mundo nuevo, un mundo mejor, en el que los hombres vencerán su rapacidad, su odio y su brutalidad.”

Dejó un momento de hablar, se palpaba el silencio en la habitación. Era como expectación ¿qué se estaba urdiendo en aquellas jóvenes cabezas?

Rompió el silencio Natalia, que dijo:

- Bonitas palabras que nos llenan de entusiasmo, y nos animan a seguir soñando con una sociedad armónica y tolerante...

- Bien, me gusta eso que dices (replicó el profesor), pero... esas son las palabras. ¿Dónde están los hechos que nos muestran que hoy la tolerancia es algo posible?

Y siguió:

- Porque hay situaciones en las que parece que la tolerancia, es imposible; ocasiones en que aparecen enfrentamientos irreconciliables, casi siempre por culpa de los dichosos fanatismos.

 Y si hablamos de fanatismos, tenemos que fijarnos, sobre todo en dos contextos en los que, desde siempre, han ido apareciendo los peores fanatismos: en el ámbito de lo religioso y en el político.

El fanático y el exaltado religioso piensan que sus palabras son siempre la más pura, objetiva y absoluta verdad, creen en la infalibilidad absoluta y sin fisuras de aquello que defienden; incluso pueden creerse que hablan “en nombre de Dios”.

Igual puede decirse de la política;  pues el fanatismo igualmente se utiliza para designar ese mismo entusiasmo desbordado en el ámbito del amor celoso e irracional a lo patrio o a una determinada opción política.

Hablando del tema, dice Voltaire que “El fanatismo es a la superstición lo que el delirio es a la fiebre, lo que la rabia es a la cólera. El que tiene éxtasis, visiones, el que toma los sueños por realidades y sus imaginaciones por profecías, es una fanático novicio de grandes esperanzas, podrá pronto llegar a matar por el amor de Dios”.

Paralelamente al fanatismo, va la intransigencia, la intolerancia. Podríamos decir que fanatismo e intolerancia son inseparables; puesto que el uno conduce a la otra casi inevitablemente. Y la intolerancia a la agresividad.

Pero…, aunque los temas religión y política se llevan la palma, pero no todos los fanatismos se quedan en sólo en estos ámbitos, pues hay más. Y algunos mucho más “cotidianos”, pero igualmente motivadores de desencuentros y sufrimientos.


Hay mucha gente fanática que lo son no sólo por su creencia religiosa o política, sino también por su cerrazón a un líder o a un maestro. Sólo es necesario tener una fe ciega y sin fisuras en alguien o en algo (aunque, tantas veces, ni necesita asentarse en razón alguna),  así como también se puede ser intolerante hacia cualquier crítica o posición contraria: simplemente considerar enemiga a la persona que es lo que piensa diferente.

Y es peligroso, porque, en la mayoría de los casos, tanto el fanatismo como la intolerancia o el dogmatismo, se sirven de de la ignorancia y la estupidez.

Para esta gente, no hay más que dos posturas: las cosas son siempre blancas o negras, buenas o malas, y las personas sólo pueden ser o fieles adeptos o traidores, o amigos o enemigos.

Porque, para empezar, la persona que es fanática, ignora siempre la duda; si bien la duda es principio de sabiduría, pues lleva a la curiosidad y a la búsqueda… Quizá por miedo a encontrar alguna luz que le lleve a ver que estaba en un error; lo cual nunca se perdonaría a sí misma.

Por sistema, el fanatismo se sitúa más allá de la razón, siempre se basa en la creencia de que no existen verdades parciales o falsedades que parecen ser verdades. Pero, además, quienes se dejan llevar por un fanatismo, como norma, lo hacen de creencias ajenas (seguramente porque su característica le hace incapaz de tener unas creencias propias). Pero es que, además quien es intolerante, fanático o dogmático, suele ser alguien que razona poco; que asume y defiende, lo que sea, de una manera sumisa y acrítica.

No es actitud nada inteligente; o sea, suele ser gente estúpida.  Y, así, siendo de esta naturaleza, es alguien muy peligroso, Más si va unido a otros de su “especie”, cosa que suele darse, ya que se necesitan para apoyarse.

- ¿Y qué hacer… ante gente fanática? (preguntó Elsa, que estaba sintiendo toda la tarde como latía con fuerza y hasta coraje su corazón).

- Pues yo diría (contestó enseguida el profesor) que… ¡a estas ciertas personas hay que evitarlas! Es la mejor manera de que no te hagan daño y hasta de ayudarles…, no dándoles cancha o campo de juego, hasta puede ser que, algún día, se den cuenta de que están en el error y reaccionen; porque si te enfrentas, se radicalizarán más… ¡y la espiral puede ser interminable!

 -  Pero es que hay gente que se merece que se le corrija, que se le pongan las cosas claras, para que se dejen ya de tonterías… (replicó Juanma).

-  Bueno, es lo que parece que se merecería; pero no: eso es entrar en su “juego” ¿te interesa ponerte al nivel de un impresentable? Déjalo, evítalo, si no es grave, hasta toléralo, no dejes que te haga daño. Tolerar una intolerancia, un fanatismo, no significa, en absoluto, estar de acuerdo con ello; puedes intentar razonarle, argumentarle…, siempre sin llegar al insulto o la agresión. Y como, posiblemente, no vas a lograr mucho, déjalo: para los oídos necios, las palabras sobran.

- Gracias.

- Gracias a vosotras y vosotros. No sabéis el bien que me hace que vengáis y me escuchéis y me aportéis ideas nuevas… La vida no me ha concedido la dicha de tener hijos…

En ese momento, Adalberto se emocionó. Los jóvenes comprendieron que era buen momento para marchar. 

Ya en la puerta Gemma les despidió diciéndoles:

- Que os espero la semana que viene, que hablaremos del amor…




sábado, 7 de noviembre de 2015

COMPATIBILIDAD EN LA COMBINACIÓN DE LOS ALIMENTOS


¿ES  BUENO 
COMER       
DE  TODO…?

Siempre se dice que “es bueno comer de todo”. Bueno, vale. Estoy de acuerdo en que una alimentación completa ha de incluir alimentos de todo tipo. Sobre todo que (utilicemos la dieta omnívora, carnívora, vegetariana, paleo, vegana, macrobiótica, o la que sea) es importante que incluya la variedad de nutrientes que son necesarios para la vida; una alimentación que nos aporte los compuestos químicos imprescindibles para obtener la energía que necesitamos, para formar o reparar tejidos y para llevar a cabo los complicados procesos bioquímicos que suceden en nuestro interior.

Como ya se sabe, para poder disponer de esos nutrientes, debemos obtenerlos de los alimentos que ingerimos.




Las Proteínas (como principal componente del que están hechos nuestros tejidos y algunas de las principales moléculas reguladoras de funciones) tienen como función principal formar las estructuras de los seres vivos, los huesos, los músculos, la piel, el pelo, las uñas.
Las proteínas son macromoléculas muy complejas creadas a partir de la unión de otras moléculas más sencillas llamadas aminoácidos. Cuando ingerimos proteínas, nuestro organismo las descompone en aminoácidos que utiliza para crear sus propias proteínas (y con ellas los tejidos, las enzimas, las hormonas, etc.).
Existen 20 aminoácidos, de los cuales podemos sintetizar 10, pero los otros 10 restantes (llamados esenciales) debemos ingerirlos a través de los alimentos.
La OMS recomienda una ingesta diaria de proteínas del 10-15%.



Los Hidratos de Carbono, también llamados glúcidos (o azúcares) son la principal fuente productora de energía del organismo. Así pues, es el alimento con que se nutren nuestras células (aportándoles carbono, hidrógeno y oxígeno), dan energía y favorecen la acción de las proteínas.
Los carbohidratos (monosacáridos, disacáridos o polisacáridos)     son descompuestos a través de enzimas digestivas específicas que se encargan de transportarlos hasta la sangre.
La fibra es un tipo de carbohidrato que nuestro cuerpo no puede digerir. Sin embargo, juega un importante papel en la flora intestinal y da consistencia a las heces favoreciendo el tránsito intestinal y evitando el estreñimiento.




Las Grasas (o lípidos) son diferentes tipos de sustancia que tienen como característica común que no pueden diluirse en agua. Su principal función dentro del organismo es servir como reserva energética, pero además forman parte de las membranas celulares, mantienen la temperatura corporal, protegen órganos vitales como el corazón, transportan vitaminas liposolubles y ayudan en la síntesis de vitaminas y hormonas, entre otras funciones.
Las grasas se clasifican en:
Grasas saturadas (provienen normalmente del reino animal), grasas insaturadas (aceites que vienen del reino vegeta y son las más beneficiosas para el cuerpo humano), grasas trans (son grasas insaturadas sometidas a un proceso de hidrogenación a través del cual se convierten en saturadas, como la margarina).



Las grasas se componen de distintos tipos de ácidos grasos. El organismo puede generar todos los ácidos grasos que necesita menos el linoléico (Omega 6) y el linolénico (Omega 3), que deben provenir de la dieta y por eso se les llama ácidos grasos esenciales.



Las Vitaminas son nutrientes que el organismo necesita en cantidades pequeñas. No suponen una fuente de energía, pero las vitaminas son indispensables para promover reacciones vitales metabólicas, de mantenimiento y de defensa. Su carencia puede provocar enfermedades graves. Las vitaminas, además, intervienen en el proceso de crecimiento y recuperación.

Nuestro organismo no puede fabricarlas, de modo que el aprovisionamiento de vitaminas ha de provenir necesariamente de su ingesta a través de la dieta (salvo algunas excepciones).
Existen 13 vitaminas que se agrupan en dos categorías:
- Hidrosolubles: Son la vitamina C y las del grupo B (B1, B2, B3, B5, B6, B8, B9 o ácido fólico, y B12). No se acumulan en el organismo, pues se eliminan fácilmente y, por lo tanto, hay que ingerirlas diariamente. La principal fuente de estas vitaminas son los vegetales y verduras.
- Liposolubles: Son las vitaminas A, D y E. Estas sí se acumulan en el organismo y eliminarlas no es tan sencillo. Se obtienen principalmente de los aceites de pescado y vegetales (primera presión en frío).
No debemos olvidar que los vegetales y aceites que contienen estos preciados micronutrientes pierden rápidamente su cantidad y calidad dependiendo de algunos factores como el tiempo y modo de conservación, el agua, el calor, el modo de cocción, la sal, etc.


Los Minerales, al igual que las vitaminas, son imprescindibles para el correcto funcionamiento de nuestra fisiología, pero en cantidades muy pequeñas. Los minerales ayudan a formar nuevos tejidos; suponen un 6% del paso total de un individuo y se localizan, en su mayoría, en el esqueleto.
Dependiendo de la cantidad que nuestro cuerpo necesita, los minerales se agrupan en dos categorías:
- Macrominerales (son los que precisamos en mayor cantidad): calcio, potasio, sodio, magnesio, azufre, fósforo y cloro.
- Oligoelementos (los precisamos en menos cantidad): hierro, zinc, yodo, flúor, cobalto, manganeso, etc.
Las principales fuentes de minerales son las verduras, las semillas, las algas y los cereales y legumbres.
Casi todos los minerales funcionan de manera antagónica y complementaria dentro del organismo, de manera que el exceso o defecto de uno de ellos puede afectar a la presencia de otros.
Por todo ello, cuando nuestra dieta se basa en el consumo de abundantes cereales, legumbres y todo tipo de verduras y vegetales y un consumo moderado de otros alimentos como pescado, semillas, frutos secos y algas, nos estamos asegurando de proporcionar al organismo todos los nutrientes imprescindibles en las cantidades más idóneas.

El agua es imprescindible para el adecuado funcionamiento de nuestro cuerpo. Participa en la digestión, en la lubricación de las articulaciones, en la regulación de la temperatura corporal y es el medio de transporte del organismo. Más del 70% de la masa libre del cuerpo humano está hecha de agua.


Cuanta mayor variedad de alimentos compongamos en nuestras comidas, mayor garantía tendremos que nuestra alimentación sea equilibrada y contenga todos los nutrientes necesarios.

Una dieta equilibrada es aquella formada por los alimentos que aportan una cantidad adecuada de todos y cada uno de los nutrientes que necesitamos para tener una salud óptima.

La dieta ha de ser variada consumiendo sobre todo productos frescos y de temporada.

Sin darnos cuenta hemos ido abandonando los buenos hábitos alimentarios con el consiguiente detrimento hacia nuestra salud.



Se recomienda que las grasas no superen el 30% de las comidas diarias; intentando reducirse el consumo de grasas de origen animal, optando por el  aceite de oliva virgen.

Siempre que se pueda, aumentar el consumo de pescado y disminuir el de carnes rojas.


Reducir también la ingesta de sal en las comidas, utilizando preferentemente sal yodada. En sustitución de la sal, es recomendable utilizar especias y hierbas aromáticas.

Es fundamental mantener la hidratación de nuestro organismo bebiendo agua. Asimismo, no abusar del consumo de bebidas alcohólicas, así como el de bebidas azucaradas.

Se diría que DEBEMOS comer de todo.


Aunque… “comer de todo…” ¡tampoco es algo tan seguro!

Comer de todo, moderadamente… Pero ¡ojo!, ¿también setas venenosas?, ¿también comida basura?





No es ninguna nimiedad. Sería bueno pensárselo bien; porque si vamos a cualquier supermercado, podemos casi asegurar que el 85% de su oferta alimenticia lo ocupan productos basura o no recomendables.

¿Es lógico o absurdo pensar que lo mejor es comer un poco de todo…,  cuando realmente lo único bueno se encuentra en ese 15% restante?

Otra cuestión: la “moderación”, o lo que es lo mismo: “comer para vivir y no vivir para comer”, que propone el viejo lema.  

Algún capricho, antojo o comida o cena excepcional, de vez en cuando, no hace daño a nadie, pero no podemos basar nuestra alimentación siempre en antojos o comilonas.





¿Y luego qué?

¿Qué sucede cuando no tenemos en cuenta que hay alimentos que son compatibles entre sí, pero también existen alimentos que son incompatibles y no debemos combinarlos…?


La digestión de los alimentos se efectúa, fundamentalmente, bajo la influencia de los dos factores siguientes:

- Las transformaciones químicas que se producen en el proceso, ayudadas por las enzimas digestivas (que depende de los alimentos ingeridos).

- Los tiempos de digestión (que varían según la naturaleza de los diferentes alimentos consumidos).


A partir de estos elementos, conviene ver qué alimentos son compatibles y cuales incompatibles entre sí.

La clave está en saber asociar, entre sí, los distintos grupos de alimentos: amiláceos (con almidón), lipídicos, proteicos (grasos, magros), frutas (ácidas, azucaradas, neutras, desecadas), verduras (más o menos ricas en glúcidos), etc.


Algunas combinaciones a tener en cuenta:

1.- Alimentos amiláceos con alimentos proteicos.
Produce una rápida elevación de la acidez gástrica y la desactivación de la digestión de los alimentos amiláceos. Es, pues, una combinación incorrecta.

2.- Alimentos proteicos diferentes.
Cada alimento proteico tiene sus propios mecanismos digestivos; además de que existen incompatibilidades entre alimentos proteicos de distinto origen (carne y leche, carne y queso, leche y huevos, etc.) favorece la aparición de fenómenos de putrefacción con sus consecuentes manifestaciones. También se observa su incompatibilidad con las legumbres, ya que proteínas vegetales y animales difieren en su procedimiento digestivo. Combinación también incorrecta.

3.- Alimentos amiláceos y sustancias acídulas.
El consumo de alimentos amiláceos y bebidas o comidas ácidas, llevan a la fermentación intestinal. Así, el combinar alimentos amiláceos con vino, vinagre, frutas o zumos de frutas, resulta incompatible.


4.- Alimentos proteicos con grasas.
El exceso de grasa ralentiza el proceso digestivo estomacal, obstaculiza la buena digestión de los alimentos proteicos. Hay incompatibilidad.

5.- Azúcares simples y alimentos amiláceos o proteicos.
Los hidratos de carbono de cadena corta o simple, normalmente tienen un tránsito rápido a través del estómago. Aumentar su permanencia en el estómago, puede provocar procesos de fermentación. Por ello, esta combinación presenta incompatibilidad.





6.- Frutas y dulces como postres.
Las  frutas y los dulces si se ingieren sin combinarlos con ningún otro alimento, se asimilan rápidamente. Por eso, los dulces y las frutas hay que tomarlos con el estómago vacío (desayuno, entre comidas o merienda).
Pero si se combinan con una alimentación proteica o amilácea, favorecerá la aparición de procesos fermentativos. Resulta una combinación incompatible.

Aunque existen algunas excepciones, como las manzanas, la papaya y la piña, que son muy digestivas.

7.- Alimentos proteicos y sustancias acídulas.
Es una combinación que resulta bien tolerada, aunque su abuso puede desequilibrar la digestión.


8.- Grasas con verduras.
Las verduras son perfectamente compatibles con las grasas y los aceites. Esta combinación es bien compatible.

9.- Alimentos proteicos y verduras.
Las verduras, que son ricas en sales minerales y vitaminas, favorecen la absorción intestinal de los aminoácidos; siendo una combinación compatible. La excepción se encuentra en aquellas verduras ricas en almidón (como las patatas, nabos, puerros, etc.) que  son incompatibles.




10.- Alimentos amiláceos con verduras.
Se integran perfectamente en las distintas fases de la digestión. Si bien, las verduras más compatibles son las menos amiláceas.

11.- Hidratos de carbono y grasas.
Las grasas inhiben la secreción ácida del estómago, permitiendo el paso rápido de los carbohidratos al intestino. Combinación permisible, no perfecta pero compatible.


12.- Frutas y verduras y frutas con leche entera.
Es una combinación permitida, según tolerancia de la persona, aunque no se trata de una combinación fisiológicamente perfecta. Batidos, macedonias y platos vegetales a base de frutas y verduras poco amiláceas. La excepción se encuentra en la fruta dulce con las verduras en general (las verduras amiláceas son incompatibles con la fruta en general).

13.- Pan integral.
El proceso de fermentación a que se halla sometido el pan empieza por atacar a los elementos que lo constituyen (los glúcidos). Así, resultan más asociables a los restantes alimentos, sean amiláceos o proteicos.




¡Buen provecho!