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miércoles, 24 de julio de 2013

TANTRISMO


TANTRA    Y  PLACER

(EL ARTE DE AMAR CON EL CUERPO Y CON EL ALMA)


La función del tantra es transformar todos los placeres en la experiencia trascendental de la consciencia penetrante profunda.


En vez de abogar por apartarse de los placeres mundanos, como hacen muchas otras tradiciones, el tantra enfatiza el hecho de que es mucho más efectivo para los seres humanos disfrutar y canalizar la energía de sus disfrutes en un camino rápido y eficaz hacia la satisfacción y la Iluminación.


Ésta es la forma más hábil de utilizar nuestro preciado potencial humano.

Con sus métodos de transformación profunda, el tantra demuestra que, como seres humanos, tenemos la capacidad de disfrutar de una felicidad gozosa e ilimitada, permaneciendo al mismo tiempo libres de los engaños que normalmente contaminan nuestra búsqueda del placer.



Contrariamente a lo que algunos piensan, no hay nada malo en tener placeres y en disfrutar.

Lo que es malo es la forma confundida de aferrarnos a esos placeres, convirtiendo una fuente de felicidad en fuente de dolor e insatisfacción. 



El problema es ese aferramiento y ese apego y no los placeres en sí mismos.

Si podemos librarnos de nuestro aferramiento habitual, podremos disfrutar tanto como queramos sin ninguna de las dificultades que generalmente acompañan nuestra búsqueda compulsivo del placer.


Con una correcta comprensión de la transformación, todo lo que hagamos las veinticuatro horas del día nos acercará a nuestro objetivo de totalidad y autorrealización.


Todas nuestras acciones..., incluso nuestro sueño..., pueden transformarse en la experiencia de luz clara de la sabiduría penetrante y sutil.

Cuanto más nos identifiquemos con un cuerpo y una mente de luz clara y pura, más nos abriremos a las fuerzas benéficas que existen en nosotros mismos.


El cuerpo y la mente dependen el uno del otro, y, de los dos, la mente es el principal modelador de la experiencia.

Si la propia imagen que nos tenemos es positiva, nuestras acciones estarán imbuidas de forma natural de autoconfianza y daremos la impresión de fuerza e integridad a las demás personas.


Pero si nos tenemos una opinión ínfima, pareceremos débiles e inútiles, atraeremos muchos problemas y seremos víctimas fáciles de accidentes y enfermedades.

Nuestra perspectiva mental es la principal responsable de nuestro éxito o fracaso, de la salud o la enfermedad, la belleza o la fealdad, de la felicidad o la depresión.


No importa cuántos aspectos externos de nuestra vida podamos cambiar; si esos cambios no van acompañados de una transformación mental profunda, sólo tendrán éxito momentáneamente; tarde o temprano, los problemas volverán a aparecer y estaremos tan incómodos e insatisfechos como antes.



La liberación 

Siempre que nos interesamos sólo por nosotros, nuestros problemas parecen insuperables.


Todo lo relacionado con ese «yo» se convierte en un problema, en una preocupación, en una amenaza a nuestro bienestar y seguridad.

La forma de superar esa obsesión neurótica por nosotros mismos es abriendo nuestro  corazón a los demás.


Cuando nos interesamos de verdad en el bienestar de alguien,  descubrimos tesoros ocultos de fuerza y sabiduría en nuestro interior.


Al crear ese espacio abierto en nuestra consciencia, conseguimos un carácter mucho más universal.

En vez de quedarnos confinados en nuestra insignificante realidad, pasamos a una esfera más grande de interés universal.


Eso nos libera automáticamente de la mayoría de nuestros problemas.


Información y citas tomadas de “Introducción al Tantra” (Lama Thubten Yeshe).

martes, 16 de julio de 2013

FRUTAS PARA TODO EL MUNDO


FRUTAS DEL VERANO

Llega el verano y con él el calor, la sed y la necesidad de comer cosas frescas y refrescantes.

Nunca había sido posible ver, en los mercados,  lo largo de todo el año, a nuestra disposición,  tanta oferta de frutas, autóctonas y exóticas. Pero en esta época del año, la oferta es esplendorosa; porque, sobre todas están las maravillosas frutas de verano, que por sus características son una muy buena opción alimenticia para todas las edades.

El aumento de las temperaturas que conlleva el verano trae consigo pequeñas modificaciones en los hábitos de vida que permiten adaptarse mejor a los calores estivales. Es el caso de la nutrición, que se fundamenta en comidas frescas, productos ligeros y mucha hidratación. La fruta, sin duda alguna, es uno de nuestros mejores aliados.


Con la llegada del verano,  la huerta nos brinda una gran variedad de frutas y verduras, ideales para paliar el sofocante calor y ayudarnos a lucir una piel bien nutrida e hidratada, o lo que es lo mismo, una piel bella y sana.

Esta es una buena época para consumir fruta local (alimentos de proximidad o kilómetro cero) y aprovechar la amplia disponibilidad de frutas con precios relativamente más bajos.

La fruta y la verdura de la temporada del verano, además de agua, son ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes y lo mejor de todo es que NO ENGORDAN.  




Por su cantidad de agua (rondan el 85 a 90%) quitan la sed, aportan sales minerales que ayudan a reponer las eliminadas por el sudor, contienen azúcares que proporcionan energía y vitaminas y factores de protección para los pequeños y mayores.

La fruta es una de las mejores formas de alimentarse en verano: es fácil de comer, se puede disfrutar a cualquier hora, como tentempié o desayuno, y permite elaborar deliciosos zumos.

En el mercado, además de encontrar las habituales piezas de fruta que están presentes todo el año, también están las tan deliciosas frutas de verano: melocotones, sandías, melones, albaricoques, cerezas... Pero es que, sumando ventajas, en esta época del año podemos encontrar una gran variedad a precios muy bajos, ya que la producción es muy elevada.


Todas ellas están exquisitas y tienen algo en común: son sanas, nutritivas, hidratantes y, si se toman adecuadamente (entre comidas), no engordan. No después de las comidas principales, sino por la mañana o a media tarde.

Por si fuera poco, sus propiedades alimenticias son muchas y de calidad: su gran cantidad de vitaminas y minerales hacen de este producto un aliado fresco contra las altas temperaturas. La fruta es hidratante también gracias a su alto contenido en líquido, además de favorecer el tránsito intestinal por su aporte esencial de fibra.

Puede decirse que comer fruta previene la aparición de enfermedades crónicas y el cáncer. La fruta permite, asimismo, reponer fuerzas cuando estamos agotados gracias a sus dosis moderadas de hidratos de carbono y azúcares. Por eso, para aprovecharte todas las propiedades beneficiosas de la fruta, es mejor tomarla entre horas y no como postre, ya que su gran proporción de agua y azúcares hace que fermente rápidamente en el estómago.


Los ricos albaricoques tienen un muy alto contenido en vitaminas y minerales.  Los albaricoques frescos son ricos en vitamina C, betacarotenos (vitamina A) e hierro.  Tiene  excelentes propiedades diuréticas y beneficiosas para el tránsito intestinal.

Las cerezas son una de las frutas más consumidas en verano, por su intenso sabor y su reducido tamaño, lo que las convierte en ideales tentempiés para picar entre horas. Son una de las frutas más energéticas del verano. Son diuréticas así como antioxidantes. Con importantes dosis de vitamina C; contienen un alto contenido en silicio, provitamina A, hierro, magnesio y potasio. Además, reducen los niveles de ácido úrico, lo que constituye un remedio natural contra la gota.

Los melocotones son un excelente aliado contra el sobrepeso. Se trata de una fruta muy fresca, rica en fibra, y muy pocas calorías. Nos aportan sodio y vitamina C.


Las ciruelas son ricas en vitamina A, menos en vitamina B y C, y en minerales como el hierro, calcio, fósforo, magnesio, potasio, sodio y manganeso. Muy indicada en casos de anemia, abstemia, gota, reumatismo, arteriosclerosis, estreñimiento, intoxicación intestinal y para combatir las deficiencias hepáticas. Tomadas en ayunas ayudan a eliminar el estreñimiento.

Las fresas son una importante fuente de vitamina C ya que contiene más que las naranjas. Contiene ácido elágico, que tiene actividad antibacteriana y antivírica.

Los arándanos contienen antocianinas, que son pigmentos que mejoran la sensibilidad de la retina y alivian trastornos circulatorios. El zumo de arándanos, muy apetitoso, mantiene intacta las características de la fruta.


Las frambuesas  aportan mucha fibra y antocianinas (como los arándanos) y garantiza una buena cantidad de sales minerales. Tiene también ácido salicílico (como la aspirina) por lo que ayuda a combatir la fiebre.



Las uvas, una de las frutas más deliciosas, son fuentes ricas de vitaminas A, C, B6 y ácido fólico, además de minerales esenciales como el potasio, calcio, hierro, fósforo, magnesio y selenio.

Las uvas contienen flavonoides que son antioxidantes muy potentes, que pueden reducir el daño causado por los radicales libres y retrasar el envejecimiento.


Las son muy útiles para tratar el estreñimiento, la fatiga, la prevención de cataratas, la indigestión, los trastornos renales, y la degeneración macular. Son, así mismo, muy válidas para curar el asma, reducir el colesterol y los coágulos en la sangre, la anemia, la fiebre  y la debilidad sexual.



Los melones son otra de las frutas más ligeras que existen, además de refrescantes, ideales para los meses de verano. Sin duda, es mejor disfrutar del melón entre horas o antes de comer, y apenas aportan 50 calorías por cada 100 gramos. Son Los melones son ricos en vitamina C  (más los de pulpa naranja) y proporcionan importantes dosis de pro-vitamina A (betacarotenos). Son altamente diuréticos y favorecen el tránsito intestinal.

Las sandías, al igual que sus parientes los melones, contienen mucho líquido, con lo cual son excelentes como depurativo y diurético.  Además de que tienen un alto poder energético y mucho contenido en agua.
Así que, no sólo no engorda, sino que, además, poseen propiedades saciantes y calman la sed. Por si esto fuera poco, son  muy nutritivas, con alto contenido en vitamina C, sin menospreciar su aporte de vitamina A, B1, potasio y fibra.


A las sandias se las conoce como "la fruta del riñón". Limpia el organismo, la piel y la sangre. Es muy diurética y muy recomendable para enfermos de próstata, riñones y vías urinarias, así como para los que sufren retención de líquidos, acidez de estomago o presión arterial elevada.

Como el melón, al estar compuesta por agua fundamentalmente, tiende a fermentar si se toma después de la comida, por eso debemos tomarla como desayuno, merienda o simplemente entre horas.

Como dice el refrán: “El melón y la sandía, con la barriga vacía”.


Ambas frutas, pues, son un lujo para el verano: ayudan a limpiar el organismo y eliminar desechos, estimulan el apetito, favorecen la piel, son mineralizantes.  Por todo ello, muy aconsejables, para las anemias, el estreñimiento, las hemorroides, la gota y el reumatismo. Y también,  dado su bajo contenido en azúcar, resultan muy recomendables para personas diabéticas, para combatir la obesidad y para quienes padeces de ciática o sufre hipertensión.



Así que ¡A DISFRUTAR DE LAS MARAVILLAS DE LA HUERTA!




martes, 2 de julio de 2013

5 POEMAS PARA EL VERANO


MAR DE OLAS

Una ola viene.
Otra ola cae.
Una ola sube.
Otra ola
se deshace.
Y otra olas más viene.
Y otra.
Y otra.
Y otra ola cae.
Y otra. Y otra más.
Y otras suben.
Y otras
como que revientan.
Así es el mar.

Una ola
busca a otra ola.
Y nunca hay
una ola sola...
porque ser ola
significa ser parte
de un mar de olas.
Encuentro de olas.
Búsqueda de olas.
Abrazos que aúnan,
uniones eternas.  

Volar entre azules,
saltar como el agua
que avanza a ser
infinito racimo de olas...
que siendo tan múltiple
es uno tan sólo.

Así yo quisiera vivir junto a ti,
mi alma gemela.

Que siendo distintos,
fuésemos siempre encuentro: 
unión tan completa
que nadie pudiera
decir que no somos
sino un mismo mar.


(En “Ácido desoxirribonucleico”)



EXCELSO DIOS DEL MAR
(ORACIÓN FRENTE AL MAR)

La playa
está tranquila. Es muy temprano.
Hace fresco. La brisa cala
la ropa… y su caricia
es como de manos muy frías.
He tenido que bajar
muchos escalones. El pinar
está allá; bastante alto.
El panorama es hermoso.
Merece la pena, Señor.
Se te nota vibrar en la placidez
del mar,
en el brillo del sol, que, despacio,
se eleva por encima
de lo más alto
de las rocas,
de los cactos, de los eucaliptos,
de los pinos…

El mar parece que habla.
¿Qué me quiere decir?
Me parece que, realmente,
repite: «Dios existe, existe, existe…
Dios es amor, es amor, Amor… Amor, Amor…
Dios es bondadoso, bondadoso, dadoso…
El es misericordioso, misericordioso…
Es justo, es justo, es justo…
Dios tiene todo el poder.
El merece la gloria.
El es el rey de la creación.
Es nuestro dueño.
Nosotros, mares del mundo,
Gozamos
Porque El nos ha creado;
porque nos ha hecho
según su voluntad
y nos ha dejado su grandeza.
Somos felices. Dios es maravilloso.
Todo es excelso en El.
Nosotros estamos alegres
de que nos hiciera. Y gozamos
dándole gracias y repitiendo su nombre
y publicando
su gloria y grandeza».

Sí, Dios mío. Tu mar
es grandioso.
¡Cuán Glorioso Tú que lo hiciste…!
Sin temor
hoy te prometo
que te buscaré más y más,
un poco más cada día,
hasta encontrarte dentro de mí.

 (Del libro de poemas “HORAS”)



TESÓN
Cruzando un mar, sin luz.
Soplando el viento,
ferozmente,
sobre mi vieja barca,
sobre mi cuerpo,
sobre mi rostro...

A oscuras, navegando
por este océano profundo
que es la vida
voy.
A lo lejos - muy tenuemente -,
se divisa el aleteo
de una luz.
No veo casi nada.
El viento cierra mis ojos.
La barca es duramente
zarandeada por las olas
y el vendaval.
La tempestad parece
imposible de aplacar.
La luna, apenas ilumina
en medio de la oscura
y lúgubre noche.

Es difícil navegar.
Pero me resisto al huracán,
a la tormenta
y a la oscuridad.
Prosigo.
Continúo hacia adelante.

No veo, apenas, dónde está
el puerto de destino,
pero sigo avanzando;
guiándome por mí mismo,
conduciéndome
por mi innato impulso.
Yo continúo.
Cada vez, a cada golpe de ola,
me siento más perdido.
Pero sigo avanzando.
Llegará un momento
en que, acaso, ya no sepa
si avanzo o retrocedo
en mi violento navegar.

¿Qué será de mí
si no llega la luz?
¿Qué será de mi barca
si no cesan ya el viento
y la tempestad?

Es difícil cruzar el océano.
Sin luz, con un rudo viento
que ataca de frente,
haciéndome cara,
empujándome hacia atrás;
impidiéndome avanzar
con más rapidez
o menos esfuerzo.
Más fácil sería regresar.
Volver al atrás.
Hasta el puerto que
fue mi latitud de origen.


Mi travesía no es fácil.
Pero yo he de llegar.
Y aunque sea sin luz,
y en contra del huracán.
Yo habré de llegar al final.

Yo voy a navegar entre olas
y espuma,
entre vientos y nubes;
y aunque sea a costa
de muchos esfuerzos...,
un día llegaré
hasta el puerto añorado
que es mi destino.


                                 (De “Océano  íntimo”)


VEN,  VAMOS

Ven.
Desnúdate
y ven:
el mar
nos espera...,
el sol
nos espera...,
el agua
y la espuma,
la arena
y la brisa.
Ven
conmigo,
desnuda,
a
la
playa.

Nos esperan
todo
lo
natural:
sol,
aire,
agua,
arena...
¡Son
todos
los elementos!
Todo
y tú
y yo.
¡Somos
la creación
entera!

Ven...
¡Vamos!
Faltamos
en esta obra
grande
del Dios-creador.
Desnúdate
ya...
¡Y
vente
conmigo
al mar!

(En “El Hemisferio Olvidado”)



LA AVENTURA DE IR A LA PLAYA

Ir a playa
es siempre una aventura
y siempre es positiva;
aunque sea largo el camino
o nos entre arena en los zapatos.

Porque es abrirse al sol
y al contacto real
con el aire, el agua
y la brisa del mar.

Y también es, desde luego,
aceptar ser
lo que se es:
aprehender a amar
el propio cuerpo
y hasta reconocer
que hay belleza
en cuanto no está acorde
con los cánones ya clásicos
de la estética o el arte.

Mirando al mar, enseguida
vemos que, sorprendentemente,
no hay dos olas iguales;
ni tampoco, siquiera,
el rítmico movimiento de las olas
llega, nunca, a ser rutina,
ni el mecánico sonido
de unos golpes provocados.

Es, quizás, como el latido,
ritmo vital de un corazón;
nunca la respuesta tecnocrática
a una programada fórmula matemática
que alguien pensó
e impuso sin más.

Mirando al nuestro propio
y a los otros cuerpos,
es hermoso descubrir
que lo más hermoso está
en lo plural
de todo lo que es tan natural.

¡Tanto coleto diferente!
en todo, y todos hermosos:
senos exuberantes y carnosos,
pechos pequeños, tetas diminutas;
unos vientres planos y otros obesos;
sexos peludos o pubis depilados
que hacen imaginar
locas pasiones no frenadas,
entregas totales para carnal placer
y también tiernos deseos amorosos
y afectos delicadamente íntimos,
regalados sin más prisa
que ser grata complacencia...

Hermosos miembros viriles
que le elevan la autoestima
a quienes los portan
y penes pequeños que hacen dudar
de su eficacia.
Variedad plural, así mismo,
en las espaldas y las nalgas:
hombros robustos
que inspiran segura fortaleza
y también redondos y suaves
que trasladan mi mente
a un baño de sensual masaje
o a un sutil abrazo
acompañando el ritmo armónico
de una dulce melodía...

E igualmente bellos aparecen

esos culos hermosos
que evocan las costas del Caribe
o aquellos otros que se notan
trabajados, labrados hasta domados
de educación física y deporte.

La playa...
¡qué conjunto tan completo
de placeres
en relación con todos
los que son nuestros sentidos
despiertos a colores, olores,
sabores, caricias, rumores y sonidos.

Es tremenda la ofrenda
que nos hace, cada vez
que elegimos vivir una jornada
o, acaso, dedicar un rato...
para, descalzando nuestros pies
y quitándonos el ropaje
de andar por las urbanas calles
que nos llevan a los tantos
quehaceres cotidianos,
meternos en ese espacio único
de arena y sol,
de agua y brisa...
que es ¡la playa!


          (En “Ácido desoxirribonucleico”)